Durante mis amadas vacaciones de este año he vuelto a mi tercera ciudad favorita. París en verano es muy distinta a como la recordaba y aunque la lluvia tenía ganas de arruinarme el viaje, yo estaba encantada con Les Champs Élysées, esta vez con flores, y con que no hiciera el viento insoportable de febrero del 2009, el mes en que nos conocimos…
Una vez más el azar me lleva a los sitios que no sabía que buscaba. Y entre la zapatería de Lafayette y el afán por encontrar un mudador para mi sobrino tropecé con los macarrons de Pierre Hermè. Apuré el paso para acercarme, cosa que suele suceder cuando algo me gusta, y wowwww que maravilla ahí estaba frente a mí la nueva colección con todos sus sabores y colores hipnóticos. Muy caro, pensé, no me lo puedo permitir. Afortunadamente una vocecita que me sigue a todas partes dijo “ahora o nunca” y entonces empezó la gloria.
Pocos minutos antes una pareja parecía tener un orgasmo en plena Lafayette, mientras probaba algo que no logré identificar, sólo escuchaba los ¡mmmm mmmm! ¡oooo! Y algunas palabras en un idioma indescifrable para mí, pero el deseo y el placer eran obvios… yo también quiero pensé! Jajajaja
Con una mezcla del entusiasmo y la timidez que me caracterizan escogí mis sabores y a estas alturas reconocí la bolsa de la pastelería, en las manos de la pareja. Ufff ¿qué me pasará a mí? Creo sinceramente que esos chicos exageraban, fue más parecido a los fuegos artificiales de “Ratatouille” que a un orgasmo y para sus expresiones tan sexuales me quedo con las que había visto la noche anterior en el museo de “L’érotisme” junto al Moulin Rouge, que hasta porno de cine mudo y en blanco&negro tenía. Toda una experiencia…
París es encantadora y me sigue sonriendo, con dulce, con largas caminatas, con risas, con azúcar y hasta con algo porno.